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- afecta en primer lugar la escucha de la lengua. En primer término, Heidegger habrá
repatriado la palabra fremd de la lengua alemana, reconduciéndolo hasta su origen
althochdeutsch , fram, que según él significa propiamente (bedeutet eigentlich): estar en
camino hacia (unterwgs nach) otro lugar adelante (anderswohin vorwärts), en el sentido de
la destinación (Bestimmung) antes que en el de la errancia. Para concluir en que, lejos de
estar exilada sobre la tierra como un extranjero desposeído, el alma se encuentra en
camino hacia la tierra: Die Seele sucht die Erde erst, flieht sie nicht, el alma busca solamente
la tierra, y no la huye.42 El alma es extrajera porque no habita aún la tierra - un poco
como la palabra fremd es extranjera, porque su significación no habita aún, porque no
habita ya su lugar propio althochdeutsch .
De lo cual, y por medio de una de esas metonimias que operan todos los milagros en este
trayecto, Heidegger asigna al alma (ein Fremdes de otro poema, Sebastian im Traum) la
decadencia anunciada por el tordo. Luego distingue esa decadencia (Untergang) de
cualquier catástrofe u obscurecimiento en el Verfall. Ahora bien, la palabra espiritual
(geistlich) pertenece a la misma estrofa que el verso Sí, el alma es una cosa extranjera
sobre la tierra :
.....Geistlich dämmert
42
. P. 41.
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Bläue dem verhauenen Wald...
Así es como el azul-azulado del cielo deviene espiritualmente (geistlich) crepuscular
(dämmert). Esa palabra, geistlich, aparece a menudo en la obra de Trakl, por lo que
Heidegger anunciará que es necesario meditar en ella. Y, en efecto, este será uno de los
principales hilos conductores en esta trama. El azur deviene espiritualmente
crepuscular, geistlich,. Y ese devenir crepuscular, esa Dämmerung, que no significa
decadencia (Untergang) ni occidentalización, es de naturaleza esencial (wesentlichten
Wesens)5. ¿Cuál sería, según Heidegger, la prueba? Pues bien, la prueba es otro poema de
Trakl, intitulado, justamente, geistliche Dämmerung, que en el primer verso canta la
noche espiritual (die geistliche Nacht). A partir de ese crepúsculo o de esa noche
espiritual se determina la espiritualidad del año (das Geistliche der Jahre) de que habla otro
poema, Unterwegs. ¿Qué es el año? El año, das Jahr, es una palabra de origen
indoeuropeo que recordaría la marcha (ier, ienai, gehen), en tanto traduce la trayectoria o
el curso del sol. Es, entonces, ese Gehen, ese transitar del sol o del año, mañana y tarde,
elevándose o poniéndose (Gehen, Aufgang, Untergang) lo que Trakl determina aquí con
el nombre de das geistliche. El crepúsculo, o la noche, en cuanto geistlich, no significa la
6
negatividad de un declinar, sino lo que cobija al año o remite a ese curso del sol, al
Espiritual es el paso del año, y el ir y venir revolucionario de aquello mismo que va
(geht).
Ese recorrido espiritual permitiría interpretar la descomposición o la corrupción
(Verwesen)de la forma humana que menciona Siebengesang des Todes (O des Menschen
verwestw Gestalt). Pero también nos guía en ese mismo camino la interpretación de ese
segundo golpe (Schlag) que golpea al Geschlecht, o sea, a la vez, la especie humana y la
diferencia sexual. Ese segundo golpe transforma la dualidad simple de la diferencia
(Zwiefache), imprimiendo la disensión agonística (Zwietracht). No se trata con ello de una
historia del espíritu, en el sentido hegeliano o neo-hegeliano, sino de una espiritualidad
del año: aquello que va, pero que más bien va retornando hacia la mañana, hacia lo más
temprano. Precipitando de manera indebida cierta formalización, digamos que el
propósito de Heidegger, en fin de cuentas, sería mostrar que la mañana y la noche de esta
espiritualidad son más originarias, en el Gedicht de Trakl así entendido, que el elevarse y
ponerse del sol, que el Oriente y el Occidente, el origen y la decadencia de que habla la
interpretación dominante, es decir, la metafísico cristiana. Esta mañana y esta noche
serían más originarias que toda historia onto-teológica, que toda historia y espiritualidad
aprehendidas en un mundo metafísico platónico o cristiano.
5.
P. 47.
6
. Ibid.
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¿Que significará entonces ese suplemento de originareidad? ¿Poseerá siquiera algún
contenido determinable? Esta podría ser una de las formas para la pregunta hacia la cual
nos conducimos. Pero también un primer signo en dirección de lo que precede o excede
el cuestionar mismo.
El Geschlecht está caído (verfallene), caída que no sería ni platónica ni cristiana. Está caído
porque ha perdido su justa impronta (den rechten Schlag). Y se encontraría, así, en
camino hacia el justo imprimirse de esta diferencia simple, hacia la suavidad de una
dualidad simple (die Sanftmut einer einfältigen Zwiefalt) para liberar así la dualidad
(Zwiefache) de la disensión (Zwietracht). Es en este encaminarse, encaminarse del retorno
hacia esta justa impronta, que el alma sigue una cosa extranjera (ein Fremdes), a un
extranjero (Fremdling).
¿Quién es este extranjero? Heidegger le sigue los pasos en el poema de Trakl. El
extranjero, el otro (ener en la antigua lengua 43), ese de allá (Jener), por allá, aquel de la
otra orilla, es ese que se adentra en la noche del crepúsculo espiritual. Es por eso que
parte, se separa, dice adiós, se retira, de-cede. Es el der Abgeschiedene. Palabra que designa
generalmente al solitario o el muerto (el difunto, el occiso). Pero, sin que sea aquí exento
de la muerte, se encuentra antes que nada marcado por la separación del que se aleja
hacia otro levante (Aufgang). Es cierto que está muerto, y es ese muerto que se separa en
cuanto él es también el demente: der Wahnsinnige, otra palabra que Heidegger quiere
devolver a su significación corriente. Nos recuerda, en efecto, que wana quiere decir
ohne, sin , y que Sinnan significa originariamente (bedeutet ursprünglich): viajar, tender
a un lugar, tomar una dirección. El sentido es siempre sentido de un camino (sent y set en
indoeuropeo): el extranjero, el que de-cede, no es simplemente un muerto, ni loco, es el
que está en camino hacia otra parte. Es lo que habría que entender cuando Trakl escribe:
Der Wahnsinnige ist gestorben (El demente está muerto) o Man begrábt den Fremden (Se
entierra al Extranjero).
Este extranjero, dirá la traducción común, está muerto, loco y enterrado. Su paso lo
conduce en la noche, como un reaparecido, hacia el alba más matinal, de aquello que no
ha nacido aún, hacia lo in-generado (das Ungeborene); lo in-nato, diría, quizás, Artaud.
Reaparecido no es una palabra de Heidegger; y sin duda éste no estaría de acuerdo en
que se lo impongamos en razón de connotaciones negativas, metafísicas o parapsíquicas
que no tardaría en denunciar. Sin embargo no lo suprimiré, a causa del espíritu, de todos
los desdoblamientos del espíritu que nos esperan aún, y sobre todo por lo que en el texto
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